Pahíño, Tomassi y Caszely, tres futbolistas de izquierdas

Pahíño, Tomassi y Caszely, tres futbolistas de izquierdas

Pahíño: el jugador que se rió del franquismo

Manuel Fernández Fernández, Pahíño, gallego de Navia (Pontevedra), jugó en el Celta, el Real Madrid, el Deportivo y el Granada entre 1943 y 1957. Mantiene el mejor promedio anotador de un futbolista español en la historia del Real Madrid (108 goles en 126 partidos). No fue al Mundial del 50 en Brasil, “por ser de izquierdas”, dijo. “Antes de un amistoso contra Suiza, el 20 de junio de 1948 en Zúrich, entró un militar franquista al vestuario y les pidió “cojones y españolía” antes de saltar al campo. Pahíño se rió. Todos lo vieron. Fue una carcajada de incredulidad y mofa, la de alguien inteligente que no puede evitar la condescendencia frente a un espectáculo tan pueril como imbécil”.

Damiano Tommasi: “Bajadme el sueldo”

El actual presidente del sindicato de jugadores italianos, que pasó por el Levante, pidió al Roma en 2005, equipo en el que jugaba, que le rebajara el sueldo a 1.500 euros mientras se recuperaba de una lesión. El locutor del estadio Olimpico de Roma le empezó a llamar Anima Candida (alma pura), y con ese mote se quedó. “Pacifista, muy implicado en causas sociales y de caridad, a lo largo de su carrera Tommasi fue un ejemplo de rectitud moral”. Fue objetor de conciencia. Cuando en 1998, con 24 años, fue llamado por primera vez a la selección italiana, hizo una declaración inesperada: “Es evidente que es algo que no me merezco”.

Caszely, el tipo que negó la mano a Pinochet

Al tercer máximo goleador de la selección chilena, el rey del metro cuadrado, que marcó más goles que nadie en la Libertadores del 73, se le ocurrió apoyar al partido comunista en las elecciones de marzo de ese año. Seis meses más tarde entraría Augusto Pinochet en el palacio presidencial a sangre y fuego… El delantero más popular de Chile acababa de firmar por el Levante (en Segunda), pero tendría que vérselas con el general. Cuando Pinochet recibió a la Roja antes de una eliminatoria clave contra la URSS en Moscú para el Mundial del 74, Carlos Humberto Caszely firmó su gran gesto: “Pinochet no era tonto, ya sabía que no lo iba a saludar. Así que caminó por delante del equipo y todos le daban la mano, pero yo me quedé con las mías en la espalda. Pasó de largo y se medio sonrió. Hubo otras recepciones, y nunca le dí la mano”.

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